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La doctrina convencional del turismo aun no ha conseguido determinar la exacta función que cumplen las agencias de viajes en la actividad económica del turismo.

Es esta una de sus más graves insuficiencias, y no conseguirá superarla si no logra cambiar el enfoque desde el que la estudia. Cualquiera que sea el manual de los muchos que se ponen a disposición de los estudiantes de las escuelas y facultades universitarias que abramos nos encontraremos con afirmaciones como esta: 

“Los canales más conocidos [sic] de distribución turística son las agencias de viajes, que pueden ser mayoristas. Minoristas o mayoristas-minoristas; asimismo conviene destacar la proliferación de canales alternativos a estos tradicionales como las centrales de reservas, internet, brockers, etc.” I. Martín Rojo, Dirección y gestión de empresas del sector turístico. Ediciones Pirámide, Madrid, 2000, pág. 152) 

En las págs. 323 y siguientes, la autora de la obra citada nos explica que “en el sector turístico, nos encontramos una serie de empresas que actúan como intermediarias entre el cliente, turista en este caso, y el prestador de los servicios (hotel, restaurante, empresa de transporte…). Estas empresas son principalmente las agencias de viajes, en sus diversas modalidades (…) las cuales [según la OMT] tienen (…) se dedican profesional y comercialmente en exclusividad al ejercicio de actividades de comercialización y/o organización, de servicios turísticos pudiendo utilizar medios propios en la prestación de los mismos” 

A la vista de esta aclaración, la autora pasa a enumerar las funciones de las agencias de viajes y nos dice que son las siguientes: 

- “Función de producción, al encargarse de confeccionar [sic] un producto turístico – paquete – a partir de servicios adquiridos a otras empresas”, del sector turístico añadimos nosotros por abreviar 

- “Función distribuidora, al actuar como intermediarias entre el turista y el prestatario de servicios”

Ella añade una función más, la de gestión interna. Pero esta no es específica de las agencias dado que es obviamente común a cualquier empresa, turística o no. No es hasta más adelante cuando hace mención a otra función, esta sí específica: “la función asesora, consistente en informar y asesorar al cliente sobre las características de los destinos y de los servicios de las empresas turísticas” 

Reparemos en lo que acabamos de copiar de la obra citada: La figura de las agencias de viajes se trata en el marco de la distribución. Y se hace junto a las centrales de reserva, a los brockers e incluso a internet, medios estos que se diferencian muy ostensiblemente de las agencias. Las centrales y los brockers porque son netamente intermediarios, y el segundo porque es simplemente un medio de información y comunicación. Pero lo más sorprendente es que se estudie en el marco de la distribución agencias de viajes que no son en absoluto meramente distribuidoras sino productoras. 

Y diríamos aun más: si se abandonara el enfoque sociológico desde el que se estudia la actividad turística se pondría de manifiesto que hay agencias de viajes que son las verdaderas empresas productoras de turismo. Si se consiguiera convencer a los turisperitos de que el turismo exige ser estudiado como una actividad productiva como cualquier otra se dejaría de hablar de “paquetes”. Ninguna empresa elabora paquetes a no ser que nos propongamos considerar que sus mercancías son una cesta o paquete donde introducen otras mercancías. 

La doctrina convencional establece que la oferta de turismo está constituida por los hoteleros, los restauradores y los transportistas. La demanda la conforman los turistas. Entre la oferta y la demanda están las agencias como intermediarias. Y, aunque los turisperitos más observadores se percatan de que algo falta en este cuadro, se han atrevido a añadir una función adicional a las intermediarias, la función productora, pero sin atreverse a dar el paso de configurar la figura de la verdadera empresa que se dedica a producir turismo, la única a la que le cuadra el calificativo de turística y que, sin embargo, sigue sin contar con el nombre adecuado. 

En la pág, 327, la autora de la obra antes citada cita a Isabel Albert Piñole para explicar en qué consiste la función productora de ciertas agencias de viajes: “Confección del producto: se lleva a cabo planificando el itinerario, determinando también los servicios que incluirá el paquete (transporte, alojamiento, excursiones, comidas…), seleccionándose los proveedores que nos ofrecerán estos servicios (empresas de transporte, hoteleras, restaurantes…) y seleccionando también los recursos humanos necesarios para la confección y puesta en práctica del paquete”. Podría haberse añadido que tal actividad se lleva a cabo en un local adecuado en el seno de una empresa y bajo un nombre comercial. 

Con lo fácil que habría sido establecer que, de la misma forma que hay ingenieros mecánicos, electricista y de otras muy variedades especialidades, también podría haber ingenieros de turismo, la titulación que facultaría para fabricar turismo, es decir, programas de visita con contenido. Pero por lo que se ve se sigue prefiriendo estudiar y tratar el turismo, no como una actividad productiva como cualquier otra, sino como una actividad consuntiva con ayuda de la sociología.

Imagen: Heidi-fin/unsplash
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