-

Continuando con los temas relacionados con el turismo sostenible, no podemos dejar pasar la oportunidad de externalizar nuestro punto de vista ante la posibilidad de que el turismo sea empleado como instrumento de desarrollo regional, para atenuar las desigualdades económicas que caracterizan a las distintas zonas del territorio nacional de un país.

Pensamos que el turismo bien conducido puede llegar a jugar un importante papel en el logro de un desarrollo más equilibrado, y en este artículo, explicaremos por qué.

PROBLEMÁTICA DE LAS DESIGUALDADES ECONÓMICAS EN EL TERRITORIO

Es bastante frecuente que las políticas de desarrollo regional tengan como prioridad el desarrollo de las zonas menos favorecidas, no sólo por el hecho necesario de estimular su despegue económico y combatir así el atraso en relación con otras zonas más progresistas, sino porque ésta es una de las formas que más contribuyen a largo plazo a aliviar los problemas existentes en las zonas de aglomeración (urbanas), ya que cuando se logra dinamizar la economía de las zonas estancadas se produce un desvío en la localización industrial, y el flujo de capitales y de mano de obra fluye hacia las nuevas zonas de desarrollo.

Cuando se emplea este tipo de política es común que el sector agropecuario sea uno de los puntos de partida, y se busque tecnificar su producción para elevar su rendimiento, tratando a la vez de mejorar los accesos a los mercados y los sistemas de comercialización de los productos. Ahora bien, es evidente que la tecnificación del sector agropecuario crea un sobrante de mano de obra, por lo general muy poco calificada, que debe canalizarse hacia otras actividades productivas con el fin de no agravar el problema de desempleo. Generando con ello la emigración hacia los grande centros urbanos en búsqueda de trabajo, donde debido a su poca preparación quedan marginadas, convirtiéndose en cinturones de problema agravando con ellos los problemas sociales.

La solución de esta problemática depende de las características del tipo de actividades que se puedan promover para obtener mejores condiciones de vida para los habitantes de la región. Por lo que es necesario tener en cuenta que para que sea efectivo el desarrollo regional se tiene que tratar de lograr mejoras permanentes en las zonas consideradas, porque no sería lógico invertir recursos económicos para obtener sólo mejoras pasajeras para la población.

Al respecto, debe decirse que, según las características que presentan sus operaciones en relación al medio ambiente en el cual funcionan, pueden identificarse dos tipos básicos de industrias; las que generan las denominadas producciones propulsoras, y las que dan origen a producciones inducidas.

Las industrias que generan las producciones propulsoras, son aquellas que cuentan con capacidad para estimular el crecimiento de actividades relacionadas y que exportan hacia el exterior, o a otras regiones del propio país, bienes y servicios generados en la región en las cuales están instaladas, creando con ello un flujo de dinero hacia la misma, proveniente desde el exterior, o de otros puntos del territorio del propio país, pero siempre desde puntos externos a ella. Las que dan origen a las producciones inducidas por su parte, son las que producen bienes y servicios para el consumo de la propia región, con recursos económicos que proceden de fuera de la misma.

Por lo general, los esfuerzos destinados a fomentar industrias que potencien el desarrollo de las zonas económicamente menos favorecidas, para las cuales se pretenden mejoras de carácter permanente, deben orientarse hacia la implantación de industrias propulsoras en el lugar, y tratar siempre que ello sea posible, de estimular aquellas industrias que producen bienes y servicios para mercados localizados fuera de la región, que contribuyan económica y socialmente a esta, y que en cuyo proceso de producción hagan uso al máximo de materia prima y mano de obra existente en la propia región.

Con este criterio, deben seleccionarse aquellas industrias que, a la larga, puedan producir en forma ventajosa o que, al menos, no presenten desventajas considerables en los mercados en que puedan comercializar su producción, y que sean capaces de generar un crecimiento sostenido durante un período prolongado de tiempo. Ello implica la necesidad de evaluar con cuidado no sólo la característica de los recursos existente en la región, las facilidades de acceso a los distintos mercados a los cuales estas industrias puedan estar referidas y se estima comercialicen su producción, y los medios de transporte y comunicación disponibles, sino también las posibilidades de considerar otras industrias alternativas entre las cuales se pueda optar.

TURISMO SOSTENIBLE COMO POSIBLE FACTOR DE DESARROLLO REGIONAL

En tal eventualidad, si se analiza el turismo desde el punto de vista de su producción, es evidente que presenta las características de una industria capaz de generar producciones impulsoras, ya que no sólo utiliza la materia prima existente en el lugar, representada en este caso por los recursos turísticos, los cuales constituyen la base del producto turístico que se pone a la venta en los mercados, sino además, que hace uso en gran medida de la mano de obra disponible localmente.

En adición debe decirse que, como para poder disfrutar de los atractivos el turista debe trasladarse hasta el destino donde estos se encuentran, el gasto que el mismo realiza una vez que esta en el lugar, de hecho, equivale a una verdadera exportación, ya que paga los servicios que le son brindados, con dinero proveniente del exterior o de cualquier otro punto del país, pero ajeno a la región. Por lo que no hay dudas que el turismo puede perfectamente ser empleado como factor de desarrollo regional.

Para poder tener una idea del verdadero aporte que puede realizar el turismo al desarrollo regional, trataremos de precisar el concepto de región. El cual, sin entrar en la controvertida discusión sobre los distintos criterios existentes sobre los límites de una región en la Teoría del Desarrollo Regional, nos limitaremos a la definición que sobre el particular da Valene L. Smith (1980), quien al referirse a la región turística la conceptualiza de la siguiente manera: “Una región turística es por definición, un destino comercializable (turísticamente) con las zona de soporte adyacentes para suplir los servicios requerido por el visitante”. *

De acuerdo con esta definición, todo espacio territorial que cuente con uno o varios polos de desarrollo turístico, en la práctica todos conocidos como centros turísticos, y estos últimos gocen de una homogeneidad tal que pueda aplicarse una política de desarrollo turístico común y uniforme para todos en el espacio territorial que ocupan, constituyen de hecho una región turística. Prueba de ello son los centros turísticos de sol y playa ubicados en los litorales marítimos, algunos de los cuales por su cercanía uno de otros, conforman lo que en Europa se ha dado en llamar, Rivieras. Término que ya se ha comenzado a usar en algunos países latinoamericanos.

APORTE REAL DEL TURISMO SOSTENIBLE AL DESARROLLO REGIONAL

Para finalizar, estos comentarios diremos que la magnitud del impacto económico real del turismo en una región, está dada por la intensidad de los efectos producidos sobre la misma, como consecuencia de la actividad turística que allí se desarrolle. Impacto económico que será mayor cuando:

a) Se produce un traslado efectivo de capital de las zonas más desarrolladas hacia la región, o desde el exterior. Capital utilizado en el desarrollo de la infraestructura y el equipamiento turístico requerido por la actividad.

b) Se utiliza al máximo la mano de obra local en los servicios turísticos y en las actividades relacionadas, sin sustituirlo por persona externo a la región.

c) Los insumos requeridos para el desarrollo de la actividad provienen de la propia región o de las zonas adyacentes al centro turístico y, por tanto, el componente importado en el consumo es mínimo.

d) Los beneficios de explotación obtenido por los hoteles, empresas prestadoras de servicios complementarios, así como los de las industrias y actividades relacionadas con el comercio, son reinvertidos en la propia región, y no son repatriados o trasladados a los centros financieros de las grande ciudades, para el pago de las utilidades de los inversionistas, fondos de inversión o las cadenas hoteleras internacionales.

e) Se satisfacen las necesidades de servicios públicos requeridos por los residentes, y de quienes lleguen atraídos por las oportunidades de trabajo.

Cuando estas condiciones no se dan en su totalidad, los efectos comienzan a disminuir, y los centros turísticos en vez de constituirse en un polo de desarrollo, se convierten en un enclave que lo único que hace es explotar comercialmente los recursos turísticos existentes en el lugar, dejando un mínimo beneficio en él, consistente en empleos de baja calificación, algunas compras de insumos locales, e impuestos. En algunos casos incluso, no contribuyen siquiera para el pago de los servicios municipales requeridos en los lugares donde están establecidos los grandes hoteles, y es el sector público con fondos provenientes del Presupuesto General de Gasto Corriente, el que se tiene que encargar de cubrir esos servicios. A pesar de la declaraciones mediáticas que hacen las autoridades del sector para destacar la significación económica del turismo, y su aporte al PIB. Información esta última estimada, porque no existe en realidad comprobante del gasto real que efectúan los turistas en el país, como sucede en otros sectores del sector externo. La gran interrogante por tanto es; ¿Cuál es el destino de los millones de dólares que, según dicen las autoridades del sector, generan los centros integralmente planificados?, ¿Tendrá el turismo realmente la significación económica que se menciona? Nosotros lo dudamos, pero lo trataremos de averiguar.

COMENTARIO FINAL

Mientras tanto, diremos que en Latinoamérica siempre se ha observado una tendencia hacia la concentración de los esfuerzos para el desarrollo basados en proyectos de infraestructura física, industriales y, en algunos casos, agropecuarios, y no se ha considerado lo suficiente las posibilidades que brinda el turismo para coadyuvar al desarrollo económico y social de los países.

Cuando se ha empleado el turismo con ese fin, ha sido siempre con un propósito económico, a los efectos de captar los ingresos que genera el desarrollo del turismo internacional. Sin tener en cuenta que el turismo sostenible, debido a los principios en los cuales se sustenta, puede coadyuvar al crecimiento económico y la mejora de la calidad de vida de la población, en especial en los ámbitos local y regional, contribuyendo al mismo tiempo a la protección del medio ambiente, los recursos naturales y la preservación del patrimonio cultural de las comunidades.

Desde nuestro punto de vista, el turismo constituye un importante factor para estimular el desarrollo local y regional, siempre y cuando, claro está, que su promoción y desarrollo responda a políticas basadas en criterios de sostenibilidad que planteen objetivos a largo plazo, y su conducción, como lo mencionáramos al inicio de este artículo, esté en manos de personas con conocimientos en turismo, probada experiencia en el ejercicio de la actividad, y cuenten con la capacidad necesaria para desempeñarse con éxito en el contexto de la Administración ´Pública, campo en el cual deberán desarrollar sus actividades.

* Valene L. Smith, Anthropology and Tourism, A Science-industry Evaluation”, Annals of Tourism Research, vol. VII. 1., 1980, pág. 13

Escribir un comentario