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Poder visitar un  lugar de lujo para una estadía de dos semanas en medio de una pandemia no es algo fácil de imaginar. Sin embargo, después de tres meses de que los complejos turísticos de lujo en Tailandia abrieran sus puertas a viajeros internacionales, las expectativas de las visitas de extranjeros han sido más bajas de lo esperado.

Desde el pasado octubre,  han llegado al país asiático no más de 400 turistas por mes, a los que se les han concedido visados especiales para facilitar el ingreso al territorio. Estas cifras, sin lugar a duda, son mucho menores a los objetivos que tenía planeado el gobierno, que esperaba cerca de 1.200 turistas por mes.

A pesar de la publicidad que se le dio a la reapertura de Tailandia, la respuesta fue muy baja, lo que muestra las problemáticas de los países que dependen en su mayoría del sector turístico, que intentan apuntar a un crecimiento de la economía y al mismo tiempo proteger a sus habitantes del COVID- 19, mientras las vacunas están a disposición de todos.

Se esperaba que viajeros, en su mayoría jubilados, de Europa, quisieran alejarse del frío invernal para tener unas vacaciones más calurosas y un poco más largas; La cuarentena, de dos semanas, era algo obligatorio, pero lo podían hacer en los hoteles de lujo que estaban a su disposición, para luego disfrutar de las maravillas del país hasta por 9 meses.

El poco interés de los turistas ha hecho crecer una presión en los gobernantes tailandeses, que han cedido a las peticiones del sector turístico, relajando algunas normas para que los extranjeros visiten el país. Ante la poca acogida, las playas del país continúan vacías y muchas empresas del sector se han visto en la obligación de cerrar establecimientos.

Para 2019, el país recibió un promedio de 60 mil millones de dólares por parte del turismo por los cerca de 40 millones de visitantes, que ingresaron en el transcurso de ese año. Este dinero proveniente del turismo aportó  una quinta parte del PIB.

Muchos hoteles se han visto en la obligación de reducir sus tarifas en al menos un 75% para animar a los nacionales a hacer turismo local, para así suplir las visitas de turistas americanos, rusos, chinos entre otros.

A pesar de los esfuerzos que ha hecho el gobierno, para apoyar a las empresas del sector, por medio de subsidios para habitaciones, hoteles y tiquetes aéreos, los tailandeses usualmente viajan durante los fines de semana y esto no contribuirá a las pérdidas que deja el turismo extranjero.

Se esperaba que  el gobierno tomara otro tipo de medidas, como la eliminación de las cuarentenas, solo a viajeros provenientes de países sin contagios por más de 60 días; esto con el fin de que turistas chinos llegaran a pasar sus vacaciones allí, sin embargo, al final no se dio luz verde a esta normativa.

Algunos destinos han sido más arriesgados y sus medidas son menos estrictas que el resto; es el caso de Maldivas, que desde el pasado mes de julio reactivo el turismo y para el ingreso, solo se exige una prueba de COVID- 19 negativa. Lo que ha generado que desde su reapertura, más de 172 mil visitantes disfruten del archipiélago.

Sin embargo, los tailandeses se mostraron negativos a los planes de reactivación del gobierno si estos no garantizaban la seguridad de sus habitantes que viven cerca de los lugares turísticos.

Por parte del gobierno, se decidió pasar de dos semanas de aislamiento a solo 10 días, pero esta nueva medida aún no se ha llevado a cabo por miedo a los nuevos brotes y cepas que han comenzado a aparecer.

Tailandia está complacido en recibir a los turistas que se acojan a las medidas, pero no se abrirá por completo el país hasta que las vacunas no lleguen a la mayoría de la población mundial.

Aún no se sabe a ciencia cierta cómo se manejará el turismo mundial, cuando se comience la vacunación masiva, se espera la implementación de pasaportes de vacunas, pero aún no se tiene certeza de que vayan a ser un requisito para poder viajar.

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