Cruceros fluviales en el Mekong, Nilo, Amazonas y en los lagos y cauces de África Austral.
Contemplar el extraño abrazo de la selva con los templos de Angkor navegando por el Mekong y luego relajarse sorteando infinitas islas en la Bahía de Halong; recorrer el Nilo con calma a merced del viento a bordo de una elegante dahabieh, un barco de vela del siglo XIX, con solo 18 pasajeros a bordo; adentrarse en la naturaleza y la vida animal que bordean las orillas del río Zambeze para luego sobrevolar las impresionantes cataratas Victoria; penetrar la Amazonía desde el río Negro, rodeado de guacamayos de colores deslumbrantes, monos traviesos, caimanes ocultos entre los troncos flotantes o delfines rosados jugando en el agua... Son momentos conmovedores suspendidos en el tiempo que se pueden realizar en los nuevos cruceros fluviales que están llegando a los espectaculares ríos del mundo.
Además de seguir surcando los grandes cauces europeos –Danubio, Rin, Sena, Duero, Loira...– y los un poco menos grandes como el Mosela, Oder, Elba, Sava, Tisza, Ródano, Guadalquivir, Sava, Garona, Saina... algunas compañías especializadas en cruceros fluviales han decidido buscar nuevos entornos para sus barcos en otros continentes y permitir que sus pasajeros descubran los grandes tesoros que se asoman a sus aguas. Este es el caso, por ejemplo, de la naviera CroisiEurope, la mayor de Europa con más de 65 barcos distribuidos en los ríos del mundo.
De los Templos de Angkor al Delta del Mekong
La primera de las propuestas fuera de Europa fue el Delta del Mekong entre Vietnam y Camboya, pero más recientemente se ha ampliado incluyendo uno de los iconos más conocidos y espectaculares en la zona: la Bahía de Halong. Cuando el río es historia y el paisaje es leyenda, lo que uno encuentra no es simplemente un viaje: es un descubrimiento. En el corazón del Sudeste Asiático, entre las raíces de los templos milenarios de Angkor y las aguas tranquilas del delta del Mekong, discurre una travesía que conecta dos mundos: el pasado imperial y la vida fluvial, la espiritualidad de piedra y la sencillez de las aldeas que flotan. Esta es la propuesta del itinerario “De los templos de Angkor al delta del Mekong y la bahía de Halong”. Un recorrido donde el tiempo fluye como el río: sin prisas, con hondura.
Este no es un crucero cualquiera. Aquí no hay casinos ni espectáculos nocturnos. Hay clases de cocina camboyana, conferencias sobre budismo y paseos silenciosos al atardecer. Hay caminatas entre arrozales, encuentros con monjes, ceremonias de bienvenida en templos locales. Cada parada es una oportunidad de encuentro. Cada tramo del río, una historia nueva. CroisiEurope ha diseñado este viaje con un equilibrio admirable entre confort, cultura y conciencia. Todas las excursiones están incluidas, los grupos son reducidos y la organización es impecable. Se nota la experiencia de una compañía que, tras dominar los ríos de Europa, ha sabido entender el alma del Mekong.
El viaje puede comenzar (o terminar) en Siem Reap, Camboya, con la majestuosidad de los templos de Angkor como punto de partida. El amanecer en Angkor Wat, con el sol tiñendo de oro las piedras que durante siglos han custodiado el legado jemer, marca el primer gran momento del itinerario. A lo largo de dos días, se exploran los principales templos, como el místico Ta Prohm, envuelto por raíces centenarias; el Bayón, con sus icónicas caras sonrientes; y las vastas terrazas ceremoniales donde alguna vez marcharon ejércitos imperiales.
Desde allí, el viaje continúa hacia el gran lago Tonlé Sap y sus aldeas flotantes. En barcas locales, se recorren canales estrechos donde la vida ocurre sobre el agua: niños que reman a la escuela, mujeres que cocinan en plataformas de bambú, pequeños templos budistas que parecen flotar. Esta transición marca el inicio de la navegación.
El Mekong: una arteria viva
El Mekong no es un río cualquiera. Es una arteria cultural que ha dado forma a reinos, religiones y estilos de vida. A bordo de un barco fluvial con encanto colonial —como el RV Indochine II—, se ofrece una experiencia íntima: solo 48 pasajeros en cabinas con balcón, de estilo colonial, completamente vestido de maderas exóticas y elementos vegetales, el barco combina encanto y comodidad, gastronomía local, excursiones guiadas y una tripulación que combina la hospitalidad asiática con la precisión europea.
La travesía recorre ciudades como Kampong Chhnang, famosa por su cerámica, y Koh Chen, donde aún trabajan orfebres del cobre y la plata. En Phnom Penh, la vibrante capital camboyana, se entrecruzan los recuerdos del esplendor monárquico —en su Palacio Real y la Pagoda de Plata— con las cicatrices del régimen de los Jemeres Rojos, visibles en lugares como el Museo del Genocidio Tuol Sleng. Historia viva y a flor de piel.
Del templo a la ciudad imperial
El barco cruza la frontera hacia Vietnam. El paisaje cambia, pero el espíritu permanece. El delta del Mekong es un laberinto de canales, arrozales, manglares y mercados flotantes donde la vida se rige por las mareas. En lugares como Cai Be o Sa Dec, los viajeros visitan talleres de papel de arroz, casas coloniales francesas y pagodas ocultas entre la vegetación.
Pero el viaje no se detiene en lo rural. La opción de itinerario extendido incluye algunas de las joyas urbanas del antiguo imperio vietnamita. En Hué, capital de la dinastía Nguyen, se visita la Ciudadela Imperial, los mausoleos de los emperadores y los jardines reales. En Hoi An, el tiempo parece haberse detenido: farolillos de seda, arquitectura japonesa, puentes centenarios y una atmósfera serena invitan a caminar sin rumbo.
Cuando el barco se detiene en el último embarcadero y se desembarca en Ho Chi Minh City (la antigua Saigón), uno comprende que el verdadero viaje ha ocurrido dentro. El delta se queda atrás, pero la mirada cambia. Porque después de recorrer templos milenarios, flotar sobre aldeas anfibias, cruzar fronteras naturales y conversar con quienes habitan estas aguas, el viajero ya no es el mismo. Así es este crucero: un relato vivo entre ruinas sagradas y mercados flotantes. Un hilo que cose imperios, ciudades, paisajes y emociones. Una invitación a dejarse llevar por el fluir de la historia y del agua. Y a descubrir que el Sudeste Asiático, más que un destino, es una experiencia que permanece para siempre.
El encanto caótico de Hanói
Pero ningún viaje a Vietnam es completo sin conocer el norte del país y la espectacular y única Bahía de Halong. Tras la emoción del delta y el cierre del crucero en Ho Chi Minh City, el viaje continúa hacia el norte de Vietnam. Un vuelo doméstico traslada a los viajeros a Hanói, la capital milenaria, mezcla de historia colonial francesa, espiritualidad oriental y pulso moderno. La extensión añade un nuevo capítulo al viaje: un epílogo sereno, estético y profundamente vietnamita.
Hanói es una ciudad de contrastes: miles de motos veloces que no respetan ni semáforos ni aceras y templos silenciosos, estatuas de Confucio, lagos sagrados y bulevares de inspiración parisina. En su casco antiguo, las “36 calles” conservan el trazado de los gremios medievales; en el Templo de la Literatura, aún resuenan los ecos de los sabios del pasado. Durante la visita, se recorren lugares emblemáticos como el Mausoleo de Ho Chi Minh, la Pagoda del Pilar Único, la ópera, el barrio francés, y el lago Hoan Kiem, donde los hanoienses hacen tai chi al amanecer. También hay tiempo libre para explorar mercados, disfrutar de la exquisita gastronomía del norte o simplemente observar el discurrir de la ciudad desde una terraza con café vietnamita.
Bahía de Halong: el arte de flotar entre leyendas
Desde Hanói, un trayecto por carretera conduce a uno de los paisajes más reconocibles de Asia: la Bahía de Halong. Declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, esta joya natural se extiende como un océano de jade salpicado por más de 1.600 islotes de roca caliza que emergen del mar como dragones petrificados. El momento más interesante es una noche a bordo de un barco tradicional, adaptado al confort moderno, para navegar entre estas formaciones mágicas. Dormir en la bahía es uno de los momentos más especiales del viaje. El silencio es total. La noche cae sobre el agua inmóvil. Y al amanecer, cuando el sol empieza a iluminar los picos de caliza, se comprende por qué los vietnamitas creen que esta bahía fue creada por un dragón sagrado para proteger el país.
El viaje completo —incluyendo Angkor, Camboya fluvial, delta del Mekong, ciudades imperiales, Hanói y Bahía de Halong— tiene una duración de entre 17 y 18 días. Todo está incluido: crucero fluvial, vuelos internos, alojamientos, comidas, excursiones con guías francófonos, traslados y asistencia. Una logística impecable pensada para que el viajero solo tenga que dedicarse a contemplar, aprender y sentir. Para quienes buscan una gran travesía, sin renunciar al detalle ni al alma de los lugares visitados, esta propuesta es —literalmente— un viaje a través del tiempo, del agua y de las civilizaciones. Y, como todo gran viaje, deja huella más allá del mapa. El viaje cuesta desde unos 2.000/2.500 euros el más básico de 9 días, hasta algo más de 6.000 euros el de 17 días.
Odisea por el Nilo a merced del viento
Hay ríos que marcan un territorio. Y hay otros, como el Nilo, que marcan una civilización. Durante siglos, sus aguas han regado desiertos, alimentado imperios y conectado ciudades donde los dioses, los hombres y los reyes convivían entre templos colosales y tumbas eternas. Hoy, ese mismo río ofrece otra clase de travesía: íntima, cultural, silenciosa. CroisiEurope ha diseñado un crucero diferente, poético y profundo. Su propuesta “Odisea por el Nilo a merced del viento” combina la navegación tradicional con un recorrido cuidadosamente diseñado por las joyas del Alto Egipto. Un viaje donde no hay prisa, y cada escala es un salto en el tiempo.
El itinerario parte de Lúxor, epicentro espiritual del antiguo Egipto. Pero aquí, el viaje empieza mucho antes de zarpar, lo hace con la emoción de abordar una embarcación con alma. El crucero se realiza a bordo de una dahabeya, un velero tradicional de dos velas latinas, impulsado en gran parte por el viento. Esta elección no es un detalle romántico, sino un gesto cultural: devolverle al Nilo su ritmo natural. Nada de ruidos de motor ni prisas por llegar. Aquí se navega como lo hacían los nobles del siglo XIX, y cada meandro es un espectáculo. La vida a bordo tiene otro tempo. El sol marca las horas y las palmeras o los toldos proyectan sombras sobre la cubierta mientras se degusta un té o se observa la vida rural egipcia pasar lentamente: agricultores con túnicas azules, niños saludando desde la orilla, rebaños cruzando los campos de caña. El barco es pequeño, íntimo, con capacidad limitada (entre 10 y 16 cabinas), lo que garantiza un ambiente familiar, servicio personalizado y la posibilidad de fondear donde los grandes cruceros no llegan.
Escalas de leyenda
El itinerario incluye algunas de las paradas más míticas del Egipto faraónico. El primero de los grandes asombros se produce en Lúxor, donde se visita el Templo de Karnak —el mayor complejo religioso del mundo antiguo—, con sus columnas ciclópeas y relieves infinitos. También se recorre el Templo de Lúxor, conectado con el anterior por la Avenida de las Esfinges, recientemente restaurada.
En la orilla oeste del Nilo espera el Valle de los Reyes, con sus tumbas excavadas en la roca, donde descansaron Tutankamón, Ramsés II y otras figuras inmortales. Allí, las paredes aún conservan pigmentos de hace más de 3.000 años. Cerca, el templo funerario de Hatshepsut se alza como un homenaje a la única faraona que gobernó como rey.
En Esna, la visita al templo de Khnum —dios creador y alfarero de la vida— permite admirar una joya casi oculta, mientras que en Edfu se explora uno de los templos mejor conservados de Egipto, dedicado al dios Horus. En Kom Ombo, se visita un santuario único por su simetría doble: dos entradas, dos salas hipóstilas, dos dioses (Sobek, el cocodrilo; y Haroeris, el halcón).
Asuán y el susurro del sur
La última gran escala es Asuán, con su atmósfera cálida, luz dorada y ritmo pausado. Se navega en faluca —embarcación con una pequeña vela triangular— entre las islas del Nilo, se visita la cantera de granito con su obelisco inacabado y el templo de Philae, dedicado a Isis, salvado de las aguas por la UNESCO y recolocado piedra a piedra. El que lo visita al atardecer, rodeado de agua y silencio, entiende por qué los egipcios creían en la inmortalidad.
A quienes opten por una extensión, les espera el templo de Abu Simbel, excavado en roca viva por orden de Ramsés II, y famoso por sus colosos de 20 metros. A diferencia de los circuitos masivos, este viaje permite contemplarlos sin aglomeraciones, con tiempo para entender su simbolismo y su proeza técnica.
Una experiencia completa, no un simple crucero
A bordo, todo está incluido: pensión completa, bebidas, excursiones guiadas con egiptólogos expertos y actividades culturales. Los guías no sólo narran la historia, la hacen vivir. Se organizan charlas, se comparte la gastronomía local y se disfruta de una hospitalidad auténtica. El crucero se convierte en una escuela flotante, pero también en un refugio de contemplación. CroisiEurope ha apostado por una fórmula que mezcla confort, autenticidad y respeto por el entorno. El uso de velas o motores silenciosos reduce el impacto medioambiental. Las visitas son escalonadas para evitar las multitudes, y muchas noches se fondea en lugares poco frecuentados, donde se puede cenar bajo las estrellas, lejos del bullicio turístico.
Quizás lo más fascinante de esta “odisea por el Nilo” no sean los templos ni las tumbas —que, por supuesto, impresionan—, sino la posibilidad de vivir Egipto con calma. De sentir el desierto respirando al fondo. De escuchar los remos acariciando el agua. De mirar al cielo y ver las mismas estrellas que vieron los faraones. Porque en esta navegación, el tiempo se diluye y se vuelve circular. Para quienes sueñan con un viaje profundo, envolvente y cultural, sin perder el confort ni la autenticidad, esta propuesta no es solo una ruta: es un homenaje a la civilización más duradera de la historia. Y una invitación a abandonarse, por unos días, a merced del viento. Este completísimo viaje, una de las joyas de CroisiEurope, que solo tiene dos salidas en octubre de 2026, cuesta 7.540 euros por persona.
El encanto del África Austral
La siguiente propuesta no es un crucero, o al menos no es solo eso. Se trata de una magnífica combinación de navegación en el lago Kariba, safaris en parques nacionales descubriendo los “Cinco grandes”, estancia en un lodge de lujo, seguir las huellas de Nelson Mandela y el Apartheid para culminarlo con el espectáculo de las “humaredas resonantes” como Livingstone bautizó a su descubrimiento de las cataratas Victoria. En los confines del mundo conocido, el programa "Africa Austral" permite explorar lo mejor en África del Sur, Namibia, Botsuana y Zimbabue, escenarios naturales que cortan el aliento. No se trata solo es un recorrido por cuatro países y decenas de paisajes de postal; es una inmersión tranquila, silenciosa y asombrosa en el corazón del África más auténtica... con todas las comodidades a bordo.
Navegando entre elefantes
Todo arranca en Johannesburgo, donde el viajero se acomoda, se empapa de historia en el Museo del Apartheid y se prepara para desconectar del mundo que conoce. Capital financiera de África del Sur, Johannesburgo es además la ciudad de los récords de África: la más rica, con los edificios más altos, pero también es la ciudad con mayor desigualdad social. A pesar de esto, conserva una de las atmósferas más bellas jamás encontradas. Desde allí, la naturaleza toma el mando: vuelos domésticos, caminos de tierra y barcos fluviales conducen hasta la frontera entre Botsuana y Namibia; por el camino se podrán ver las diferentes especies de aves que habitan en estas llanuras aluviales y encontrar tal vez uno de los muchos hipopótamos o una familia de cocodrilos que toman el sol en la orilla, hasta llegar al exclusivo lodge.
No es un alojamiento cualquiera. Son bungalows de lujo en plena selva fluvial, con techos de paja, maderas nobles y ventanales abiertos a la sabana. Allí no hay ruidos artificiales. Solo pájaros, insectos, monos y, si hay suerte, alguna jirafa que aparece entre los arbustos. Las noches se iluminan con velas, y el murmullo del río reemplaza al wifi.
Desde allí se explora el Parque Nacional de Chobé, una de las reservas más famosas del continente. No hace falta tener suerte: los elefantes están por todas partes. A veces cruzan delante del jeep 4x4 con parsimonia, otras beben agua en silencio junto al río. El Parque presenta la particularidad de albergar a más de la cuarta parte de la población total de paquidermos en África. También hay hipopótamos, jirafas, búfalos, impalas, aves exóticas... y si el día acompaña, hasta leones o leopardos entre la maleza. Tras un almuerzo africano en plena naturaleza se sale para un safari náutico a bordo de una embarcación privada en el río Chobé hacia los pantanos de la isla Sedudu. De regreso al lodge hay tiempo libre y relajación para disfrutar de la piscina y las cómodas infraestructuras. Pero el safari más especial llega al atardecer: una embarcación silenciosa se desliza por el río mientras el cielo arde en colores. Un brindis, una fotografía imposible, y la certeza de estar en un lugar que ya no se querrá olvidar.
Sigue el safari en crucero
Al día siguiente, salida desde el lodge para un último safari náutico en la región del Parque Nacional de Chobe para luego llegar al aeropuerto de Kasane. Se podrán admirar los paisajes cambiantes de la sabana y del lago Kariba durante el vuelo Kasane/Kariba en aviones privados. Traslado al barco e inicio de la navegación por el lago. Con sus 200 km. de largo y 40 de ancho en algunos tramos, el lago ha inundado llanuras, colinas y bosques convirtiendo sus paisajes en emblemáticas imágenes. Hay tiempo para disfrutar del barco. Hay que olvidarse de cruceros masivos. El RV African Dream —y su hermano, el Zimbabwean Dream— son yates fluviales de lujo diseñados para solo 16 pasajeros. Todo está pensado para que la experiencia sea íntima, tranquila y personal. Los camarotes son amplios, con camas orientadas al exterior y baño privado. La cubierta panorámica se convierte en salón, comedor y observatorio, según el momento del día. La comida mezcla sabores locales con cocina internacional, y el ambiente a bordo es relajado, sin horarios fijos ni prisas.
Navegar por el lago Kariba es algo sorprendente: las siluetas de los árboles secos que emergen se reflejan en las aguas como en un espejo y le dan al lago una atmósfera misteriosa, los pequeños arroyos que se hunden en el Parque Nacional de Matusadona y las especies animales que albergan, sus meandros, sus grandes curvas y sus pequeñas bahías salvajes sumergirán al viajero en un cuento de hadas. Por la noche, el cielo se llena de estrellas. Y cuando la luna se refleja en el agua, se comprende que este no es un crucero más.
Ya en el séptimo día de viaje, mañana de safari dedicada al descubrimiento del Parque Nacional Matusadona, situado entre los ríos Sanyati y Ume. Con una superficie de más de 1400 km², este territorio salvaje alberga numerosas especies de animales como elefantes, hipopótamos, cocodrilos y búfalos, pero también miles de aves como la mítica águila pescadora africana, las majestuosas cigüeñas de pico amarillo o la garceta negra y su increíble técnica de pesca. Y si en el corazón de la sabana la suerte sonríe, se podrá ver algún felino. La historia del parque está vinculada a la del lago: en la crecida de las aguas que tuvo lugar durante la construcción de la presa, varios miles de animales fueron salvados y llevados a Matusadona, donde la caza está estrictamente prohibida; se trata de la "Operación Noah" que salvó a los grandes mamíferos, a las fieras e incluso a los impalas.
Camino de las “humaredas resonantes”
Se acerca el glorioso final del viaje, pero todavía hay tiempo de navegar al amanecer en dirección a Kariba y llegar al "dam wall", la gigantesca presa que desvió el cauce del Zambeze para crear el lago en 1955 que genera aproximadamente el 70% de la electricidad de Zimbabue. El viaje culmina en una de las maravillas naturales del mundo: las Cataratas Victoria, entre Zimbabue y Zambia. Una muralla de agua de más de 100 metros de altura que ruge con fuerza y genera su propia lluvia, su propio arcoíris, su propia emoción. Aquí se puede simplemente admirar su belleza, o añadirle adrenalina: vuelo en helicóptero, paseos en balsa, o algo más tranquilo como mercados locales, arte africano. Es el broche perfecto a una experiencia que ha sabido combinar la elegancia del viaje pausado con el asombro del encuentro salvaje.
Este safari-crucero no es barato, ni tiene que serlo: nueve días por 5859 € por persona con casi todo incluido. Pero lo vale. Cada detalle está pensado: los traslados, los guías, la gastronomía, el confort, la seguridad. Se viaja con calma, con ojos abiertos, con el alma disponible para todo lo que África tiene por ofrecer. Porque África no se visita. África se siente. Y este viaje, propuesto por CroisiEurope, es quizás una de las formas más bellas y respetuosas de hacerlo.
Travesía íntima por el corazón del Amazonas
Por primera vez, CroisiEurope se aventura en el continente sudamericano con una propuesta única: un crucero boutique por el Amazonas brasileño. Esta nueva ruta, que comenzará a operar en 2027, promete una grata experiencia en una de las regiones más fascinantes y biodiversas del planeta.
Esta exclusiva travesía invita a descubrir la selva amazónica en condiciones excepcionales, entre comodidad de alta gama, ambiente acogedor e inmersión auténtica. A lo largo del río, cada escala revela un rostro poco conocido de este territorio fascinante: pueblos indígenas, bosques inundados, fauna exuberante y tradiciones vivas. El Amazonas se revela sereno, casi onírico, cuando inmensos bancos de arena blanca se extienden hasta el horizonte, bordeados por las aguas cristalinas del Tapajós. Estas orillas efímeras, bañadas por la luz, ofrecen un escenario incomparable para observar la naturaleza. Cada atardecer es un espectáculo en sí mismo, cuando el cielo se enciende en tonos dorados y anaranjados, envolviendo la selva en una luz mágica: una pintura viviente de sobrecogedora belleza.
Desde Santarém, la perla del Tapajós, hasta el encuentro de las aguas del Amazonas y del río Negro, en Manaos, se explora la región en embarcaciones privadas, guiado por expertos apasionados. En el programa: encuentros auténticos, rituales nocturnos, caminatas por la selva primaria y observación privilegiada de la biodiversidad amazónica. Esta experiencia excepcional combina descubrimiento cultural, belleza salvaje y momentos fuera del tiempo. Un viaje profundamente humano y sensorial, al ritmo apacible de las aguas del Amazonas.
Un lujo de embarcación
La travesía se realiza a bordo del RV Brasilian Dream, un barco de nueva construcción diseñado específicamente para surcar los ríos amazónicos. Con capacidad para solo 32 pasajeros, este crucero ofrece un ambiente íntimo y exclusivo, lejos del bullicio de los grandes buques turísticos. A bordo, los viajeros disfrutarán de suites con balcones privados, gastronomía inspirada en los sabores locales, un salón climatizado con vistas panorámicas, solárium y comodidades de alta gama, todo ello con un enfoque ecológico y responsable con el entorno natural.
El itinerario varía según la temporada, pero todos los recorridos tienen un elemento común: la profunda conexión con la naturaleza salvaje del Amazonas. Algunas rutas parten desde Manaus, la capital del estado, y se adentran en los misteriosos afluentes como el río Negro o el Tapajós, explorando áreas apenas tocadas por el turismo. Otras, recorren zonas cercanas a la frontera con Colombia y Perú, visitando comunidades indígenas y poblados ribereños donde se mantiene viva una forma de vida ancestral.
Durante el viaje, los pasajeros pueden avistar delfines rosados, guacamayos, caimanes y monos en su hábitat natural. Se realizan excursiones guiadas por la selva tropical, visitas a playas de arena blanca como Alter do Chão —conocida como el “Caribe amazónico”— y navegación en pequeñas embarcaciones por lagos, canales y zonas inundadas. Los atardeceres sobre el río, el silencio profundo de la selva y la autenticidad de los encuentros culturales convierten este crucero en una experiencia transformadora.
Conexión con el entorno
Cada escala es una inmersión en la cultura local y en la naturaleza salvaje: conocer a las comunidades indígenas, descubrir sus tradiciones ancestrales, sus rituales espirituales y su profundo vínculo con esta tierra milenaria. Durante la navegación, le acompañarán expertos naturalistas y guías apasionados, que guiarán en la observación de la naturaleza y lo animales.
A diferencia de los cruceros convencionales, esta propuesta de CroisiEurope no busca entretenimiento masivo ni espectáculos. Aquí lo importante es la contemplación, la conexión con el entorno y el disfrute pausado de un viaje que respeta los ritmos naturales. Es ideal para viajeros que valoran la autenticidad, el confort discreto y el contacto directo con la naturaleza y las culturas locales.
En definitiva, el crucero por Sudamérica de CroisiEurope no es solo un viaje: es una inmersión total en uno de los últimos grandes santuarios naturales de la Tierra. Una oportunidad para descubrir el Amazonas desde dentro, sin renunciar al confort, la seguridad ni la calidad de servicio que caracterizan a esta naviera europea. Ya sea navegando entre la niebla matinal, escuchando los sonidos de la selva o compartiendo una comida típica con los habitantes de un pueblo ribereño, cada instante de esta travesía deja una huella profunda en la memoria del viajero. El crucero de 11 días cuesta unos 5.000 euros.