Visit Spain

Del aislamiento internacional a los carteles de 'Visit Spain': así nació la imagen turística de España."

 Los viajes promocionales al extranjero de Luis A. Bolín, al frente de la Dirección General de Turismo (DGT) desde 1939 a 1951, fueron uno de los instrumentos utilizados en materia propagandística.

Durante la Segunda Guerra Mundial se limitaron a países ideológicamente cercanos. En octubre de 1939 se entrevistó en Roma con el ministro de Asuntos Exteriores, Gian Galeazzo Ciano, y con el director general de Turismo sobre los asuntos turísticos que afectaban a ambos países, y especialmente sobre las comunicaciones marítimas entre los puertos italianos y españoles. En 1944 fue recibido en Lisboa por el primer ministro portugués, A. Oliveira Salazar, agasajado por los directores de los centros turísticos de Estoril y el secretario nacional de Información y Cultura Popular, Antonio Ferro, e invitado a visitar algunas Pousadas. Tras comprometerse a facilitar el turismo entre las naciones ibéricas una vez finalizara el conflicto bélico, Bolín se mostró partidario de que ambas constituyeran la base fundamental para su indispensable turismo atlántico.

Pero tras la victoria aliada el marco geográfico de sus visitas fue bastante más amplio, especialmente en las postrimerías de la década. El aislamiento internacional promovido por la Organización de la Naciones Unidos entre 1946 y 1950 no impidió que Bolín viajara a Suiza, Dinamarca, Reino Unido, los Estados Unidos, Cuba, México, Francia, Italia, Grecia, entre otros países. Unos viajes que culminaron, generalmente, con la apertura de oficinas de información turística. A diferencia de lo ocurrido durante la Segunda República, cuando los recortes presupuestarios provocaron que se cerraran cinco de las ocho existentes, desde la DGT se trabajó para aumentar la presencia exterior, abriendo oficinas en Buenos Aires, París, Londres, Zúrich, Roma, Nueva York, Estocolmo, Lisboa, Chicago, San Francisco, México y La Habana, entre otras ciudades.

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En todas ellas, así como en las existentes en territorio nacional, se pudo ofertar a los interesados la labor editorial de la DGT. Muy condicionada por los escasos recursos, publicó carteles en los que con dibujos y, sobre todo en la segunda mitad del decenio, fotografías, sus autores plasmaron tradiciones, festejos, paisajes, playas, trajes típicos, folclores, monumentos, deportes, de las distintas regiones de España. Y con campañas como Visit Spain; Bellezas de España; Spain is beautiful and different. Visit Spain; y Spain is “different”. Visit Spain, la DGT quiso resaltar que lo que hacía diferente a España era la abundancia y belleza de unos recursos turísticos vinculados a la naturaleza, el arte y la historia. Algunos autores han defendido también la interpretación del juego de palabras, según el cual con el adjetivo “different” se pretendía comunicar que España, siendo un país totalmente europeo y asimilable al resto de los occidentales, tenía características, sobre todo naturales y culturales, que permitían que se le diferenciara del resto, subrayando así en cierta medida un carácter propio que ya había sido muy valorado por el romanticismo y los turistas del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Asimismo, entre la amplia labor literaria de la DGT destacan el Boletín de Información, aparecido en 1947, y, sobre todo, la Apología Turística de España, publicada en 1943 por la Sección de Propaganda y Publicaciones. En sus casi 300 páginas se recopilan 439 fotografías de paisajes, monumentos y aspectos típicos, y un preámbulo redactado por Rafael Calleja, máximo responsable de la citada sección, en el que se describen y ensalzan los principales atractivos turísticos de España, haciendo hincapié en la diversidad regional y en la exaltación de la diferencia o excepcionalidad española con respecto a Europa.

La DGT también trató de promocionar nuestras bondades turísticas invitando a visitar España a responsables de agencias de viajes extranjeras. El 10 de febrero de 1949 llegó una expedición integrada por los directores de Metropolitan Travel, Cook Son, Madison Square Travel, Almiral Travel Service, Hollyday Travel Agency, entre otras; un mes más tarde aterrizaron en Madrid 11 directores de agencias de turismo inglesas; el 30 de septiembre de 1950 arribaron procedentes de Francia alrededor de 12 máximos responsables de agencias de diferentes países americanos; y el 3 de septiembre de 1951 serían 7 los representantes de agencias de viajes sudamericanas que pudieron conocer España gracias a la DGT. Estas invitaciones también se extendieron a diferentes personalidades vinculadas con el sector turístico, como F. Towle, presidente de la Asociación Internacional de Hostelería, Edith Turner, mánager general hotelero, Stanley Norman Bliss, director de destacados servicios turísticos norteamericanos, o Lloyd F. George y Ralph T. Redd, ejecutivos de American Express Company. Igualmente, fue un escaparate para la nación acoger en 1948 la celebración del II Congreso de la Asociación Internacional de Hostelería, organismo que había admitido a España en febrero de 1947, y del XXII Congreso Internacional de Agencias de Viajes, al que asistieron casi un centenar de representantes de varias naciones.

El resultado de la labor promocional estatal fue, a juicio de Bolín, bastante positivo. Mientras regresaba de un viaje promocional por varios países americanos, el director de la DGT declaró, en febrero de 1950, que creía que en ellos las bases del turismo extranjero a España habían quedado no solamente normalizadas por completo, sino preparadas para una gran expansión ulterior, y que por ello se sentía satisfecho y lleno de optimismo.

Tras la creación el 19 de julio de 1951 del Ministerio de Información y Turismo (MIT), cuyo máximo responsable hasta 1962 fue Gabriel Arias-Salgado y de Cubas, las tareas propagandísticas oficiales siguieron por la senda vivida en la década anterior. Con pocos recursos invertidos respecto al creciente turismo, continuó la apertura de oficinas de información, de tal manera que en las postrimerías de la década prestarían servicio alrededor de 60 en el territorio nacional, y de 18 en el extranjero. Así mismo, continuó la convocatoria de concursos, como los aprobados el 8 de julio de 1953 destinados a premiar, con 6.000 pesetas, la mejor tesis doctoral presentada en “las Facultades de Derecho, Filosofía y Letras, y Ciencias Políticas y Económicas” dedicada al estudio del “turismo en relación con los intereses nacionales”, y, con 20.000 pesetas, el mejor trabajo monográfico realizado sobre el estudio de “la propaganda turística y su cuantía”. Por último, el MIT no se olvidó de la edición de carteles y de publicaciones donde se destacaban, sobre todo, los aspectos artísticos, históricos y naturales, y entre las que sobresale la Nueva Antología Turística de España, impulsada por Rafael Calleja y editada en 1957. Con sus 549 imágenes, esta obra puede ser un fiel reflejo de lo novedoso que aportó la década. No se renunció ni a los monumentos, ni a las tradiciones populares, ni a los paisajes naturales, pero con el paso del tiempo fue ganando terreno entre los publicistas la promoción de una imagen más moderna del país y de una oferta turística más diversificada y renovada, donde, junto a los reclamos tradicionales, se destacaban los espacios generados específicamente por la actividad turística, en especial la playa, y otros recursos y actividades, como los gastronómicos y los de carácter lúdico y deportivo. Proliferaron, sobre todo, los carteles escritos en inglés alabando las bondades de Andalucía, la Costa del Sol, Baleares, la Costa Brava y Canarias.

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