Cómo la influencia puede conservar o dañar los espacios naturales protegidos
En la era digital, el término influencer ha dejado de referirse únicamente a las personas con millones de seguidores en redes sociales. Hoy, un influencer o influenciador es todo aquel que tiene capacidad de influir en la conducta de otros, ya sea a través de contenidos, acciones o plataformas que generan inspiración, aprendizaje, cambio social o publicidad comercial.
En el ámbito del turismo y los espacios naturales, esta influencia adquiere una relevancia especial: puede servir para proteger los ecosistemas o, por el contrario, contribuir a su deterioro o desaparición, como ha ocurrido en numerosas ocasiones cuando se promociona un lugar vulnerable no preparado o planificado para recibir visitantes.
El medio en el que lo están leyendo ahora mismo es un influencer y en este caso, positivo, yo lo soy y quizás Ud. mismo lo sea, al igual que lo son los congresos o fórums (#GEF2025), y las ferias sectoriales (FITUR, TIS, MADRID FUSION, ETC) pero si hablamos de ecoturismo y espacios naturales, y del mix de expositores y contenidos hay que reconocer la labor de EXPO AIRE, no por ser la única especializada en espacios naturales, ecoturismo y turismo activo en España sino porque cumple este objetivo de influenciar en la oferta y por ende en la demanda.
La influencia en el turismo de naturaleza: entre el impacto y la oportunidad
El auge del ecoturismo y las redes sociales ha multiplicado la visibilidad de parques, reservas y espacios protegidos. Una sola publicación viral puede transformar un paraje desconocido en un destino masificado. Algo que ha ocurrido en demasiados sitios, lamentablemente.
Estos influencers que provocan estos impactos, asumo que involuntariamente por desconocimiento de lo que pueden provocar, ya que no son expertos ni tienen formación adecuada, han causado masificaciones de excursionistas y turistas en zonas naturales (también culturales) obligando a las administraciones a cerrar los accesos y a veces con efecto tardío a regular los flujos de visitantes, pero en algunas ocasiones actuando tarde.
Los influencers, al actuar como mediadores entre el público y la naturaleza, tienen la capacidad de fomentar la conservación o acelerar la degradación, dependiendo de la ética y enfoque de su comunicación.
Obviamente la prevención o anticipación es la mejor receta y para eso sirven los otros influencers, como las ferias especializadas, que en este caso me refiero a la ya consolidada Expo Aire, donde se reúnen expertos, empresas y administraciones tanto de la gestión de los espacios naturales, como de la actividad turística y por tanto se crea un espacio único de networking que permite estas alertas preventivas.
Pero, los influencers, deben tener en cuenta aquellos factores cuyos resultados pueden dañar, o incluso extinguir un ecosistema vulnerable por visitas incontroladas o por lo contrario mejorar el comportamiento de estos visitantes, por ejemplo: citando y basándose en fuentes científicas o expertos reconocidos, no revelando localizaciones sensibles, ni geolocalizar sitios inéditos o desconocidos, promover conductas sostenibles para garantizar el futuro de estos entornos, rechazar colaboraciones con marcas que dañen ecosistemas o que pretendan hacer un green-washing.
Estudios recientes muestran que los parques con alta exposición en redes sociales reciben entre un 16 % y un 22 % más de visitantes que aquellos con menor presencia digital.
Estos ejemplos muestran que la influencia no es neutra: depende del mensaje, del contexto y de la ética del comunicador. De ahí la importancia de actores que ejerzan una influencia positiva y responsable.
El caso de Expo Aire como influencer estructural especializado del sector espacios naturales y ecoturismo
Expo Aire (¡no es publicidad!) actúa como un “ influenciador estructural” o de “comunidad”, es decir, como una plataforma que amplifica mensajes, conecta sectores y promueve modelos sostenibles de desarrollo del entorno natural y rural.
Su poder de influencia no se basa en un individuo, sino en una comunidad profesional y ética compartida, donde convergen administraciones, empresas, periodistas, ONG e incluso creadores de contenido. Esta es la clave para que funcione positivamente.
Su papel de “curador” (curator) de contenidos permite separar las modas superficiales de las soluciones efectivas y hace converger expositores y conferenciantes con el público objetivo.
También fomenta una comunidad profesional con valores compartidos, donde la sostenibilidad es el punto de encuentro. En este ecosistema, la influencia se ejerce mediante la colaboración: empresas, instituciones y comunicadores se inspiran mutuamente para actuar mejor.
Por tanto participar es unirse voluntariamente a esta estructura y ser parte de este influenciador, sumando valor.