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La gastronomía japonesa es conocida por su ramen, pescado crudo, sashimi, pero sin duda el arroz es la base de su cocina. Un ingrediente compartido con casi la mayoría de los países asiáticos y que va más allá de ser solo un entrante o un plato principal.

Es todo un ritual que hace que el arroz sea el protagonista de la mayoría de platos en el continente y que, si nos fijamos en Japón, no se queda atrás. Inicialmente podríamos pensar en el sushi, pero hay muchos más platos con este ingrediente.

Es claro que, los principales platos son salados, pero hoy les vamos a contar sobre una particular golosina que se consume en cualquier época del año, aunque era un postre que solo se consumía en Año Nuevo, y que su ingrediente principal es la harina de arroz glutinoso: los mochi. 

Tienen forma redonda, son chiclosos, blandos y pegajosos, tienen el tamaño de la palma de la mano y se diferencian por su exterior un poco más grueso y sólido que el relleno que esconden. 

Los mochi se consumen desde hace más de 1.500 años en Japón, incluso se ha caracterizado por ser un alimento divino que ha sido usado con frecuencia de ofrenda para los dioses como símbolo de fortuna. 

Así fue como pasó a ser un alimento cotidiano entre los nipones, incluso se comenzó a consumir no solo en Año Nuevo, aunque esta fecha sigue siendo tradicional para su consumo, se forman un par de bolas de este dulce y se ponen una encima en donde la que se encuentra más arriba es un poco más pequeña, para después ser separadas como símbolo de la salida y entrada de un nuevo año. 

Este alimento ha sido tan importante en la cultura que fue mencionado por primera vez en El relato de Genji, la cual es considerada la primera novela de la historia que data de hace más de 1.000 años. 

Para la elaboración de este postre hay que recurrir a la harina de arroz glutinoso, esta harina no tiene gluten, pero sí mucha fécula, lo que permite que la harina y los granos al ser cocinados se apelmacen más que los arroces europeos. 

Este tipo de arroz también es esencial para la elaboración de diferentes platos como los nigrini, omusubi o chahan, platos típicos del país nipón, que se caracteriza por ser un arroz más compacto, lo que genera una mayor facilidad a la hora de comerlo con los tradicionales palillos. 

Para la preparación de esto se puede tomar dos caminos: el tradicional y el pesado, el tradicional es un proceso ceremonial un poco largo que consta de hervir el grano entero y luego dejarlo en remojo durante un día y después cocerlo, a este procedimiento se le conoce como mochitsuki. 

Una vez el grano esté blando se comienza a machacar con grandes mazos de madera. Esta tediosa tarea suelen estar a cargo dos personas que se turnan las labores, majar y girar e hidratar la masa hasta conseguir una textura lisa, pegajosa y elástica, muy similar a una masa de panadería. 

Este proceso puede requerir horas y aunque parece muy agradable de ver, realizarlo en casa no es muy funcional, es por esto que cada vez más son las personas que elaboran los mochi a partir de la harina de arroz que solo necesita cocerse y darle forma a estos dulces. 

Los mochis no dejan de ser un pastel de arroz, por lo que podrían ser bastante sosos si se consumen de forma natural, es porque lo más tradicional es rellenarlos o añadir colorantes y saborizantes a la masa para que así tenga un poco de gracia. 

Por esta razón, es que lo más común es ver mochi de diferentes colores y sabores, ya que durante el amasado se le añaden diferentes pigmentos. Uno de los más comunes en Japón es el de té matcha, es de color verde claro y sin duda es uno de los que más se ve en las reposterías japonesas. 

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