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Para la mayoría de los ciudadanos, sobre todo si no son asiduos a consultar el BOPI, habrá pasado desapercibida la patente que cura el  coronavirus, que se publicó en el Boletín de la propiedad industrial el 5/11/2014 y cuyo título es Gas de dióxido de cloro para su uso en el tratamiento de infección por virus respiratorio.

Que haya pasado desapercibida para cualquier ciudadano de a pie es comprensible, lo es menos para los científicos y las autoridades sanitarias en general. Porque, después de una pandemia tan brutal, alguien tendría que haber explorado vías que paliaran los efectos de la misma sin escatimar recursos.

Ciertamente son muchos los que han denostado a científicos como Andreas Kalcker, individuo que también posee la patente del CDS como tratamiento de enfermedades infecciosas y máximo promotor del dióxido de cloro. A este hombre, y a todos los que han defendido otros tratamientos alternativos, se le ha caído toda la caballería encima y han demonizado con contundencia su aportación. Que hay gente que se aprovecha de las desgracias y mira de buscar honra y dinero, los hay; pero, dada la magnitud de la pandemia, los ciudadanos esperan que alguien –una autoridad reconocida- ofrezca soluciones eficaces. ¿Nadie se recuerda de los monumentales errores que cometió la propia OMS sobre medidas y contramedidas en la lucha contra el Cavad? No es nuestra intención defender una actuación u otra, sino poner de manifiesto que, ante una pandemia tan transcendental, alguien tiene la obligación de explorar todas las vías sin demonizar de inicio los investigadores no alineados.

 

patente coronavirus a 1

La patente japonesa

La patente en cuestión se debe a Taiko Pharmaceutical de Osaka y fue registrada en el 2005 y concedida en la Oficina Europea de Patentes en el 2014, incluida España. Los autores japoneses (Ogata y Norio) pensaron primordialmente en paliar las consecuencias de los virus infecciosos en las empresas “un trabajador infectado con un determinado tipo de virus respiratorio esté presente en una oficina o similar, existe el riesgo de infección con el mismo virus respiratorio para los otros trabajadores que trabajan dentro de la misma oficina. En tal caso, tales trabajadores infectados pueden desarrollar un estado físico malo y experimentar la aparición final de la enfermedad viral en los órganos respiratorios, conduciendo así a un deterioro significativo en la eficiencia de trabajo en esa oficina”. Por supuesto que en el 2005 no pudieron hacer ensayos con el Covid-19 pero contemplan “diversos virus que provocan enfermedades respiratorias tales como neumonía en animales. Entre ellos se incluyen virus influenza, virus parainfluenza, rhinovirus, virus de la gripe aviar, virus del SRAS, coronavirus, etc. La infección con un virus respiratorio de este tipo y la posterior aparición de una enfermedad por virus respiratorio puede dar como resultado algunas veces la muerte del sujeto”

Tales virus respiratorios también existen en gotitas exhaladas desde un órgano respiratorio del sujeto infectado. Puesto que las gotitas pueden flotar en el aire, la inhalación de gotitas que contienen el virus respiratorio conduce a la propagación de la infección y a la propagación del virus respiratorio.

Para prevenir la propagación del virus respiratorio, una medida eficaz es eliminar y/o desactivar el virus respiratorio que flota en la sala (en el aire). Como ejemplo de un método de desactivación de un virus respiratorio que flota en una sala, existe un método denominado fumigación.

Sin embargo, tales agentes empleados para la fumigación son muy venenosos para los seres vivos. Así, durante un proceso de fumigación, es necesario que los trabajadores detengan sus trabajos y evacúen el interior de la sala, conduciendo así a un deterioro en la eficiencia de trabajo. En este caso, el gas de dióxido de cloro tiene un fuerte poder oxidativo y poder de esterilización, así como un fuerte poder de desactivación de virus. Por este motivo, exponiendo el virus respiratorio a gas de dióxido de cloro, puede desactivarse el virus respiratorio, sin que se evacúe el local.

Todos hemos visto como la principal medida para erradicar el contacto era el aislamiento social y reducir las aglomeraciones restringiendo los aforos a 5-6 personas. Cultura y hostelería han sido los más perjudicados con esta medida ya que, desde el principio se prohibieron los accesos a locales cerrados cuando con medidas como las expuestas en esta patente podría haber surtido efecto y hacer que los lugares de concurrencia pública fueran seguros y no clausurados como principales fuentes de infección.

La cantidad de gas que proponen los autores de la patente después de las cuantiosas pruebas en ratones es de 0,0001ppm hasta el 0,1ppm, cantidades insignificantes que pueden dosificarse tanto si hay dentro clientes como si están vacíos. Lo que en su momento fue, o se consideró como fuente de contacto, podría haber sido un espacio terapéutico para la desactivación del virus. O sea que, el espacio seguro no eran las terrazas al aire libre, sino el interior.

Esas medidas podrían haberlas tomado los restaurantes o salas de espectáculos a coste módico de 300-500 euros según diferentes expendedores que existen en el mercado. Nadie ensayó un protocolo así; la medida más fácil es taparle a la gente la cara con un tapabocas y cerrar los establecimientos como fuentes de contagio. Tal como contempla la patente: “Algunos ejemplos no limitativos de un generador de dióxido de cloro adecuado para la presente invención incluyen un aparato estacionario grande, un aparato estacionario pequeño, un aparato portátil pequeño y un instrumento configurado para cargar un agente de generación dentro de un gel o mezclar un agente seco con el mismo, para generar una baja concentración de gas de dióxido de cloro durante un periodo de tiempo prolongado de una manera semiautomática. Sin embargo, la invención no se limita a los mismos, sino que también es posible emplear un aparato configurado para descargar una baja concentración de gas de dióxido de cloro en la boca.

Ensayo en los ratones

Los autores de la patente aportan una serie de ensayos con ratones y, dado el periodo de pruebas (antes del 2005), no pudieron efectuarlo con el Cavad, pero aseguran, y esa es la base de la patente, que es apto para cualquier virus respiratorio. La memoria de la patente recoge el histórico de ensayos efectuados con los ratones sometidos a diferentes dosis y cómo, incluso a baja intensidad los ratones sobrevivían y no se contagiaban con el virus. ¿Cuántos ensayos se han hecho en cualquier país, incluido España, con tantos centros de investigación, con tantos conocimientos acumulados, con tantos recursos desperdiciados y al día de hoy seguimos sin saber qué protocolos seguir?

Pincha aquí si quieres consultar el documento completo de la patente: 

Cura Covid-19

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