Tanto la Comisaría Regia del Turismo como el Patronato Nacional del Turismo, al frente de la organización administrativa turística, desarrollaron una notable labor en materia de propaganda turística.
La Comisaría Regia del Turismo (CRT) y el Patronato Nacional del Turismo (PNT), al frente de la organización administrativa turística entre 1911 y 1928, y entre el verano de este último año y la primavera de 1931, desarrollaron una notable labor en materia de propaganda turística.
Los principales logros de la CRT fueron la publicación, en varios idiomas, de las primeras guías turísticas, la impresión de un gran número de folletos y postales, y la edición de una colección de monografías, titulada El Arte en España, para la que contó con la colaboración de Aureliano Beruete, pintor paisajista y doctor en Derecho, Elías Tormo, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Madrid, y Manuel Bartolomé Cossío, pedagogo e historiador del arte, así como de incipientes fotógrafos. Con cada ejemplar, que se estructuraba en un breve texto, en tres idiomas, y en una amplia colección de postales, se ayudó a mejorar la valoración y la divulgación del patrimonio español. Entre los fotógrafos que colaboraron destacan Otto Wunderlich, Eugenio Rodríguez, Eduardo Rodríguez Cabezas y Vicente Gómez Novella. También cobraron gran importancia los aficionados Diego Quiroga Losada y José María Álvarez de Toledo. Sus trabajos constituyen un fondo documental de valor incalculable de paisajes, tipos y monumentos, sobre todo del norte de la Península. Algunos de ellos se publicaron en las revistas Foto, Photogramas of the Year, y El progreso fotográfico, entre otras. Además, en 1925 la Comisaría Regia editó la obra España (divulgación y propaganda), de Francisco Javier Sánchez Cantón, museólogo e historiador, de la que se hicieron ediciones en inglés, francés, alemán y esperanto.
El plan general de propaganda turística del PNT incluyó guías y folletos, itinerarios para automovilistas, hojas-álbum de ciudades, sellos, postales, mapas, publicidad en prensa española y extranjera, organización de conferencias y la invitación a profesionales foráneos, sobre todo periodistas y médicos, para que visitaran España y publicitaran las ventajas climáticas, naturales e hidrológicas de playas y balnearios. En cartelería el legado fue muy importante. Realizada por los dibujantes y pintores más destacados de la época, como Salvador Bartolozzi, Rafael de Penagos, Federico Ribas, José Loygorri, Francesc Galí o Eduardo Santoja, en ella se combinó el cosmopolitismo con un toque castizo. En sus obras se destaca el clima, el relieve, la vegetación, el paisaje, se muestra el contraste entre la modernidad, asociada a las grandes ciudades y al norte del país, y la tradición, vinculada con la España del sur, y se ofrece una imagen nacional ligada al recuerdo de las glorias pasadas. Además, desde el 27 de septiembre de 1929 se obligó a las compañías ferroviarias a colocar en sus respectivas estaciones, y “en los sitios más adecuados”, todos los carteles de propaganda del Patronato.
Se trabajó con las mejores empresas gráficas y las más prestigiosas agencias internacionales de publicidad, como Havas, Santé Nouvelle, Greenly´s Ltd., Rudolf Mosse, Thompson, Wales Advertising y Charles F. Higham, entre otras. En España, contrató por cinco años a la Compañía Española de Publicidad para que se encargase de la fijación, mantenimiento y renovación de los carteles. Además, se puso en marcha el enorme archivo fotográfico denominado Catálogo Monumental de España, un espléndido retrato en blanco y negro de ciudades, playas, entornos naturales, pueblos y fiestas populares. Asimismo, produjo documentales dedicados a las Exposiciones de Barcelona y de Sevilla, y a las ciudades españolas de Ávila, Barcelona, Madrid, Segovia, Toledo, Salamanca, Santander, Zamora, Melilla, Sevilla, Cádiz, Córdoba, Granada y Málaga. La historia, las costumbres, la industria y la naturaleza son los elementos del reclamo turístico de estas cintas, en las que no aparecen espectáculos taurinos ni fiestas populares. Y, por último, gracias al servicio de Estadística del Patronato Nacional se pudieron elaborar y publicar, a finales de 1929, los primeros datos cuantitativos del turismo en España.
Para canalizar toda la propaganda generada surgió la primera red estatal de oficinas turísticas. Para ello se arrendaron edificios cercanos a los ayuntamientos o junto a las asociaciones locales de atracción de forasteros, o bien se construyeron modernos pabellones estandarizados en los principales puertos del país. En dichas oficinas, atendidas por personal uniformado y del cuerpo de guías-intérpretes del PNT, se ponían a disposición de los interesados expositores llenos de folletos, guías e itinerarios, así como escaparates repletos de carteles. Las primeras oficinas en el exterior se abrieron en París, Londres, Roma, Gibraltar, Buenos Aires, Múnich y Nueva York. Con ellas, y con las que se fueron inaugurando en el interior de la nación, se logró ampliar y mejorar la difusión de nuestros atractivos turísticos y prestar un servicio informativo de mayor calidad tanto fuera como dentro de España.
A ello también coadyuvó la reglamentación del servicio de guías e intérpretes, aprobada y parcialmente modificada el 12 de noviembre de 1929 y el 13 de agosto de 1930, respectivamente. Para ser Intérprete era necesario dominar el español y uno o varios idiomas más; los Guías deberían demostrar “conocimientos suficientes del Tesoro Artístico y bellezas naturales del territorio” donde quisieran trabajar, así como de todos los aspectos turísticos que pudieran interesar al viajero, como los relativos a “excursiones, servicios públicos, hoteles, restaurantes, tiendas, etc.”; si el Guía era capaz de hablar en varios idiomas, además del español, sería considerado Guías-Intérprete; y, por último, trabajarían como Correos los que, “bien por cuenta de Agencias de viaje o de particulares”, estuvieran “facultados, por sus conocimientos, para acompañar viajeros a través del territorio nacional”, pero si no tenían la categoría de Guía o de Guía-Intérprete estarían obligados a asesorarse por éstos siempre que fuera necesario en el curso de sus viajes.
De cara a la Exposición Internacional de Barcelona y a la Exposición Iberoamericana de Sevilla, el 20 de diciembre de 1928 se le ordenó al PNT la intensificación de su servicio de propaganda con la intención de que, en el más breve plazo posible, fuera conocida en las principales ciudades del mundo la celebración de ambos eventos, y que difundiera cuantas “bellezas y atractivos encierran, no solo las expresadas ciudades y los festejos y alicientes que con motivo de los Certámenes proyectados han de tener en ellos lugar, sino también las grandes bellezas naturales y artísticas que encierran muchas de las ciudades y lugares de nuestro país”. Asimismo, debería impulsar, de acuerdo con las compañías ferroviarias y navieras, y con entidades particulares, “expediciones y viajes circulares entre las fechas de 1º de marzo de 1929 al 1º de julio de 1930” para visitar las ciudades “del litoral cantábrico o las de clima templado y facilitando cuantas combinaciones y sistemas sugieran al celo del Patronato la práctica de agencias y organizaciones, hoy tan adelantadas en estos asuntos”. Se perseguía, en definitiva, potenciar “todos los servicios del turismo en tal forma que se facilitasen los viajes en la época de las Exposiciones, fomentando comodidades y alicientes y evitando al mismo tiempo toda clase de deficiencias y abusos”.