Peritregui la sidra vasca

Entendiendo la sostenibilidad como un seguro para conservar su Patrimonio Natural, Cultural y Rural después de 500 años

 Entre los verdes valles de Guipúzcoa y los aromas salinos de la costa de San Sebastián, hay un lugar donde el sabor se cultiva y la historia se embotella: Les hablo de Petritegi, una sidrería que no solo produce sidra, sino que honra un legado vivo de cinco siglos, también con restauración y paisajes.

La manzana como patrimonio

En el corazón de Astigarraga, a pocos minutos de San Sebastián, Petritegi no es solo una bodega: es un ecosistema completo. Sus 10 hectáreas de manzanos —la mitad en cultivo orgánico— dan vida cada año a más de 1,5 millones de kilos de manzana sidrera, recogidos con mimo por una red de 40 proveedores locales. “Para llenar una botella de 750 ml se necesita casi un kilo entero de fruta”.

  • No hay una sola sidra, sino una gran variedad para cada gusto y ocasión.
  • El universo sidrero de Petritegi diverso y genera paisajes gastronómicos y una experiencia diferente, que resumidamente es:
  • Sidra natural tradicional (con Denominación de Origen Euskal Sagardoa): intensa, viva y auténtica.
  • Sidras monovarietales y orgánicas: para paladares curiosos y conscientes.
  • Espumosas naturales como la Brut Nature o la Reserva, envejecidas más de 18 meses. Un tributo a las sidras que Gipuzkoa ya producía en el siglo XIX.
  • Sidras achampanadas, como la Petri Rosé, frescas, ligeras y con un toque de dulzor.
  • Sidra sin alcohol, para los que buscan sabor sin grados.

Y una joya inesperada: el zumo de manzana sidrera. Hecho con el “mosto flor”, el primer néctar que fluye solo por el peso de la fruta triturada. Fresco, natural, sin filtrar ni añadir nada. ¡Imposible llevarlo en coche con calor, pero sí pedirlo a casa! Es realmente bueno especialmente para un buen desayuno.

Dormir entre manzanos en el Hotel Sargalore

Aquí no se viene solo a beber, se viene a vivir la sidra. A conocer sus secretos, sus aromas, su cultura.

Para quienes quieren vivir la experiencia sidrera de principio a fin, el Hotel Sargalore es mucho más que un alojamiento: es una extensión natural de la sidrería. Propiedad de Petritegi, este encantador hotel rural se ubica en plena campiña vasca, entre manzanales y barricas, y a 10 minutos de San Sebastián, su cultura y sus playas.

Las habitaciones, cómodas, funcionales y acogedoras, conservan el estilo cálido del caserío tradicional, sin renunciar a las comodidades modernas.

Fondo granate 950 x 518 con Petritegui Arturo Crosby

La sidra es más que una bebida fue y todavía se puede decir que es un modo de vida

La sidra vasca no es solo una bebida. Es territorio, cultura, identidad. Une al productor con el consumidor, al caserío con el restaurante, a la tierra con la copa. Es protagonista en ferias, concursos y cenas donde el "txotx", ese rito de abrir la kupela (barrica)— se convierte en una celebración de lo auténtico.

Petritegi ha sabido hacerlo bien y ponerlo en escena. Porque no solo hace sidra: hace historia. En 2026 celebrará su 500 aniversario, siendo una de las sidrerías más antiguas documentadas del País Vasco. Desde 1526, y con seis generaciones de la familia Otaño al frente, este caserío es símbolo de una tradición que sigue fermentando con fuerza y visión de futuro.

La sostenibilidad es parte de su estrategia competitiva

En Petritegi, la circularidad no es una moda, sino una costumbre ancestral. Cerca del 90% de los envases se recuperan gracias a la venta directa a locales y restaurantes, y todo se embotella en vidrio o aluminio, materiales 100% reciclables. Un ciclo virtuoso que respeta tanto el medio ambiente como la herencia recibida.

Además de su riqueza cultural, la sidra natural tiene propiedades beneficiosas: contiene pocos grados de alcohol (6%), es diurética y está repleta de polifenoles, antioxidantes naturales que refuerzan el sistema inmunológico. Como decía el refrán: "una manzana al día de médico te ahorraría", pero en Euskadi, mejor si viene en botella.

Visitar Petritegi no es solo una excursión, es un viaje sensorial y emocional

Es una inmersión en el alma vasca. En sus sabores, sus paisajes, su hospitalidad. Es sentarse en un largo banco de madera, compartir un menú increíble tradicional en su sidrería, brindar junto a una kupela y sentir que el tiempo —al igual que la buena sidra— no se mide en segundos, sino en vivencias.

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