Si miras el mapa, verás que es posible. Solo hay un trecho traicionero —unos 80 kilómetros de agua helada en Groenlandia— que, con paciencia y el invierno de tu lado, podrías cruzar caminando sobre el hielo. No, no es una broma. Es una de esas ideas que parecen imposibles hasta que alguien se atreve a pensarlas en serio.
Imagina el inicio del viaje en el Cabo de Buena Esperanza, donde el Atlántico y el Índico se saludan con olas furiosas. Desde allí, el camino hacia el norte serpentea entre sabanas, desiertos y selvas. Atravesarías Namibia, con su arena roja y su silencio que duele; Angola y su historia marcada por la resistencia; el Congo, donde cada paso se vuelve una lucha contra la humedad y la vida salvaje. Luego llegarías a Egipto, donde las pirámides observarían en silencio al loco que camina hacia el oeste del mundo.
De allí, el salto a Asia: cruzarías el canal de Suez, subirías por Oriente Medio, esquivando guerras y montañas, hasta alcanzar Rusia. El frío se volvería compañero fiel. El Círculo Polar Ártico te recibiría con su luz eterna en verano y su oscuridad infinita en invierno. Cruzarías Siberia a pie, un océano de nieve y taiga, hasta alcanzar el punto más oriental del continente: el estrecho de Bering.
Ahí comienza la verdadera frontera de lo posible. En invierno, cuando las aguas se congelan, podrías atravesar los escasos 85 kilómetros que separan Rusia de Alaska. Una caminata sobre hielo quebradizo, donde un paso en falso significa el fin. Pero si logras llegar al otro lado, habrás cambiado de continente sin despegar los pies del suelo.
En América, el camino apenas empieza. Alaska te recibiría con su silencio blanco, los osos mirando con indiferencia al caminante improbable. Luego vendrían Canadá y su inmensidad de bosques, los Grandes Lagos, el bullicio de Estados Unidos, el calor de México. Cruzarías América Central, donde la selva vuelve a cerrarse como un puño. Panamá te pondría a prueba con su Darién, esa franja de tierra salvaje que ni las carreteras se atreven a dominar.
Y al fin, Sudamérica: Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile. Los Andes como columna vertebral del continente. El aire se hace delgado, el cuerpo liviano, la voluntad de hierro. Y un día, al bajar por la Patagonia, sentirías el viento del sur, el mismo que golpea las costas de tu punto de partida.
Allí, frente a ti, el Atlántico otra vez. El círculo cerrado. Sudáfrica y Argentina, unidas por un camino imaginario, pero posible.
¿Imposible? No más que cualquier sueño que valga la pena. Este recorrido no es solo una ruta geográfica; es una epopeya contra la comodidad, una carta de amor a la curiosidad humana.
Si alguna vez alguien lo intenta —si algún ser humano logra unir a pie los dos extremos del mundo— no será solo un caminante. Será una leyenda.
Sí: caminar de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) hasta Ushuaia (Argentina). Un viaje de más de 22.000 kilómetros, que atravesaría 24 países, 5 zonas climáticas y tres continentes. A pie. Sin aviones, sin barcos. Solo tú, el suelo, y la voluntad de hierro.
¿Cuánto tardarías?
A un ritmo promedio de 30 km por día, caminando 6 días por semana, este viaje tomaría más de 2 años y medio... sin contar descansos, enfermedades, fronteras cerradas o desvíos.
En la práctica, con pausas y obstáculos, podría tomar entre 3 y 5 años.
Países que cruzarías (24 en total)
Sudáfrica → Namibia → Angola → República Democrática del Congo → Sudán → Egipto → Israel → Jordania → Siria → Turquía → Irán → Turkmenistán → Uzbekistán → Kazajistán → Rusia → EE. UU. → Canadá → México → Guatemala → Honduras → Nicaragua → Costa Rica → Panamá → Colombia → Ecuador → Perú → Bolivia → Chile → Argentina.
(La ruta exacta puede variar, pero esa sería la más continua por tierra firme).
Peligros del camino
• Climas extremos: del calor del Sahara a los -40 °C de Siberia.
• Fronteras en conflicto: Siria, Sudán o ciertas zonas de América Central.
• Enfermedades tropicales: malaria, dengue o infecciones por agua.
• Animales salvajes: leones, osos, jaguares, serpientes.
• Soledad absoluta: habrá zonas donde no veas a otro humano en semanas.
• Falta de alimentos o agua: cruzar el desierto del Kalahari o las estepas siberianas a pie no admite errores.
Precauciones imprescindibles
• Entrenamiento físico previo de al menos un año.
• Permisos fronterizos y visados anticipados.
• GPS satelital y equipo de emergencia.
• Seguro médico internacional.
• Ropa técnica para cinco climas distintos.
• Compañía o escolta en zonas críticas (como el Darién o el Bering).
Anécdotas e inspiración
• En 2022, un grupo de exploradores trazó digitalmente una ruta caminable desde Ciudad del Cabo hasta Magadán (Rusia): más de 22.387 km sin necesidad de barco.
• En 2013, el aventurero Karl Bushby intentó recorrer a pie desde Chile hasta el Reino Unido —cruzó el estrecho de Bering caminando sobre hielo en 2006.
• Algunas tribus nómadas de Asia y África llevan generaciones recorriendo a pie miles de kilómetros en busca de agua o pastos: sus conocimientos serían tu mapa más valioso.
Desafío final
Muchos dirán que es una locura. Que es imposible. Pero la historia demuestra que lo imposible es solo una excusa elegante para no intentarlo.
Caminar de Sudáfrica a Argentina no sería solo una proeza física, sino una declaración de humanidad: la Tierra es continua, unida, viva. Y el ser humano, mientras camine, seguirá siendo libre.
¿Quién será el primero en intentarlo? Porque la Tierra, al final, no tiene fronteras: solo pasos que aún no hemos dado.