Si viajas a Barcelona, y sobre todo en época de buen tiempo, no puedes perderte un paseo por lo que hoy es un parque frondoso situado en la falda de la sierra de Collserola y en la parte alta de la ciudad, desde donde se divisa todo un panorama de Barcelona, y al costado del velódromo de Horta.

Este parque enamora por lo que es y por lo que fue: una finca de recreo dotada de palacio, edificios adyacentes, lagos, riachuelos, mitología … y lo que sigue dándolo nombre el “laberinto “en sí, un conjunto de paredes vegetales dispuestas en pasillos por donde puedes transitar por la puerta de entrada hasta conseguir acertar con la salida, propósito que no es fácil de resolver. Sus orígenes en si, se remontan al siglo XVIII, cuando la familia Desvalls, nobles de la época, decidieron crear un espacio único donde perderse entre la naturaleza y la arquitectura, pero sus vestigios iniciales parten del siglo VIII con la torre vigía que se conserva completa y sirve de centro de referencia de toda la edificación posterior. A lo largo de los años, el laberinto ha sido testigo de innumerables historias, desde romances clandestinos hasta intrigas palaciegas.

Historia

El parque ocupa los terrenos de una finca del marqués de Lupia, de Pial i d’Alfarràs, un hombre muy ilustrado que encargó la obra al italiano Doménico Bagutti, quien trabajó en ella hasta 1808. El jardinero francés Delvalet fue el responsable de las plantaciones, y un maestro de obras catalán, Jaume Valls, supervisó los trabajos. La familia Desvalls mantuvo la propiedad de la finca hasta los años setenta, cuando pasó a manos del Ayuntamiento. Se inauguró como parque en 1971, y se ha ido reformando y actualizando, principalmente el palacio para darle aprovechamiento cultural y ofrecerlo para actividades tanto públicas como privadas, La actual reforma lo dejará habitado para salas y espacios aptos para todo tipo de actos y actividades.

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Un Viaje a Través del Tiempo y la Intriga
Barcelona, una ciudad de fascinantes contrastes y encantos inigualables, alberga un secreto oculto entre sus calles adoquinadas y sus edificios históricos: el enigmático Laberinto de Horta. Situado en el corazón de la ciudad, este tesoro arquitectónico es mucho más que un simple parque: es un portal al pasado, un laberinto de emociones y un destino obligado para los amantes de la historia y la aventura. Y, sobre todos, si viajas  con niños, no podrás encontrar  una  actividad mas entretenida para los peques porque, por si solos  no sabrán salir  -y, a menudo los mayores- de este intrincado rompecabezas vegetal.

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El Encanto del Laberinto
Inspirado en los jardines neoclásicos del siglo XVIII, el Laberinto de Horta es el jardín más antiguo que se conserva en Barcelona y uno de los más antiguos de España.
Al adentrarse en el Laberinto de Horta, los visitantes son recibidos por una atmósfera mágica y envolvente. Los senderos serpentean entre altos setos de cipreses, creando un laberinto vivo que invita a la exploración y la reflexión. En el centro, una estatua de Eros, el dios del amor griego, preside el escenario, añadiendo un toque de mitología a este oasis urbano.

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Más Allá del Laberinto
Pero el Laberinto de Horta no se limita solo a su enrevesada estructura verde. Los jardines que lo rodean ofrecen una variedad de paisajes y rincones pintorescos que merecen ser descubiertos. Desde pequeños estanques llenos de nenúfares hasta glorietas sombreadas por frondosos árboles; cada rincón tiene su propia historia que contar y el visitante se encuentra con alegorías permanentes de ninfas, leyendas, rincones recoletos, fuentes, cascadas… y hasta un canal, activo aun hoy, que servía para paseos en barca como distracción de los invitados
Explorar el Laberinto es sumergirse en un mundo de misterio y belleza, donde el tiempo parece detenerse y la imaginación se desborda. Ya sea caminando en solitario en busca del camino correcto o compartiendo risas y complicidad con amigos y familiares, cada visita es una aventura única e inolvidable.

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Paisajismo y diseño
El parque del Laberint d’Horta es un jardín museo. Su discurso museográfico constituye el recorrido por la dualidad entre el neoclasicismo y el romanticismo. Un viaje que empieza en la puerta china, vestigio de un jardín oriental ya desaparecido. Continúa por el jardín de los bojes, un jardín sigiloso que conserva el espíritu del diseñador y creador, Doménico Bagutti.. Desde este jardín, salen los caminos que llevan a los templetes de Ariadna y Danae, al jardín doméstico y también al jardín romántico, que ocupa todo el flanco izquierdo del parque. Po el camino se encuentras árboles y vegetación de toda índole: encinas, pinos , laureles, cipreses, secuoyas, camelias, flor del amor, hiedras, musgo, helechos, plataneros, fresnos, tilos… y estanques y fuentes con peces, nenúfares y surtidores que alegran y relajan el paisaje.
Hay que considerar que esta construcción, asi como otras muy próximas, Parque Güell, Masias varias, etc. Constituían las afueras de Barcelona; eran casas de campo y recreo que solo disponían de un mal camino para llegar. Hoy la ciudad las ha envuelto en su desarrollo y están plenamente dentro del caso urbano al que puede accederse tan en coche, autobús y metro.

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