En la provincia de Granada hay un rincón que está apartado de las concurridas rutas y que hay que visitar a propósito. Castril da el nombre al parque natural, al pueblo y al río que lo baña. Solo por recorrer el angosto camino que las aguas han penetrado en el roquedal calizo, vale la pena hacer un desvío hasta allí.

Castril es un encantador pueblo de Granada, con casas blancas, rodeadas de parques con nombres de poesía, calles que en primavera se perfuman con los jazmines, una iglesia del renacimiento consagrada a Nuestra Señora de los ángeles, y una peña donde hace algunos siglos se levantaba un castillo y que hoy es un magnífico mirador con vista al altiplano y a la comarca de Huéscar.

Pero el atractivo real del lugar es su río, que cruza por la mitad del pueblo regando en su cauce las huertas y campos de fruta. El río alberga un hermoso secreto que con tan solo ascender por la ribera podrá ser descubierto. La Cerrá es un cauce de aguas que abrieron las rocas hace millones de años.

La travesía comienza desde el centro del pueblo. Con unas calles rodeadas por casas señoriales que van descendiendo hasta el parque de la Arboleda Perdida, nombre de una de las obras más famosas del poeta Rafael Alberti. A un lado hay una placa con un texto de José Saramago, ya que su relación con el lugar viene de cuando el Nobel contrajo matrimonio con una periodista local.

El sendero pasa paralelamente a las aguas claras y frías del río y se va adentrando hasta la antigua central hidroeléctrica, excavada en la roca y que hoy se ha convertido en centro cultural. A un lado del viejo edificio parte el corredor sobre las aguas del río, un camino sujetado a la roca,  sostenido por traviesas de ferrocarril, elevado frente al vacío de la corriente. Caminar por este lugar, es sin duda una experiencia estimulante por el ruido de las aguas y su caída. Es una ruta ideal para todas las edades, con excepción de aquellos que sufran de vértigo.

El río lleva agua a lo largo del año y la pasarela entre cinco y diez metros sobre el cauce usual y termina frente a un puente colgante que motiva a cambiar de orilla. Una vez se llega al sendero se comienza a internar por una gruta abierta por medio de la montaña. A la mitad del camino hay un balcón abierto desde donde se puede apreciar una bella imagen del salto que el río forma en un embalse. La salida da al antiguo molino que hoy funciona como casa rural y restaurante.

Desde el molino hay dos opciones: deshacer el camino o rodear la peña, que ha sido declarada Monumento Natural, para ingresar al pueblo por otra entrada. Si se toma la ruta circular se debe saber que hay que enfrentarse a un gran desnivel que deja a un lado las huertas de las afueras del pueblo y termina por alcanzarlo por los barrios laterales.

En la comarca de Huéscar en donde se encuentra Castril, también se encuentran otros lugares para descubrir: el embalse del portillo a 5 kilómetros del pueblo o las cuevas horadadas en la tierra que datan de hace siglos en Baza y Huésca, varias de ellas convertidas en singulares alojamientos que tienen su propio encanto.

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